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La edición de verano de las Perspectivas a corto plazo de los mercados agrícolas de la UE para 2025, elaborada por la Comisión Europea, ofrece un análisis actualizado basado en datos disponibles hasta mediados de junio. El informe incorpora variables macroeconómicas recientes, precios de insumos (piensos, fertilizantes, energía), inflación alimentaria y tendencias comerciales, en un contexto marcado por una volatilidad excepcional y riesgos crecientes derivados de factores geopolíticos, climáticos y comerciales.
A pesar de este panorama incierto, los principales sectores agrícolas de la UE mantienen una resiliencia notable. Se prevé una recuperación significativa en la producción de aceite de oliva, estabilidad en las entregas de leche y un crecimiento sostenido en el sector avícola. Los cultivos de cereales muestran perspectivas favorables, mientras que la fruticultura y la horticultura acusan los efectos de las condiciones climáticas adversas. Las producciones de vino, azúcar y carne de rumiantes presentan una tendencia a la baja.
En este entorno volátil, la asequibilidad de los alimentos sigue siendo un factor crítico para la seguridad alimentaria europea, como advierte el Observatorio de la Cadena Agroalimentaria de la UE. La persistencia de costes elevados y volátiles de los insumos, fenómenos meteorológicos extremos y la dependencia externa de determinados suministros refuerzan la importancia del Mecanismo Europeo de Preparación y Respuesta ante Crisis de Seguridad Alimentaria (EFSCM).
Tensiones geopolíticas y mercados
Las tensiones comerciales globales y la incertidumbre política han debilitado las perspectivas macroeconómicas, con un crecimiento económico previsto para la UE del 1,1% en 2025 y del 1,5% en 2026. La apreciación reciente del euro frente al dólar mejora el poder adquisitivo europeo sobre insumos energéticos y fertilizantes, pero también puede erosionar la competitividad exportadora de la UE, especialmente frente a EE.UU.
En el plano energético, aunque se anticipaba una corrección a la baja en los precios del crudo, las tensiones en Oriente Medio podrían revertir esta tendencia. Los precios del gas natural se mantienen elevados, afectando indirectamente a la rentabilidad agraria. No obstante, los costes de insumos para los agricultores europeos se han estabilizado, aunque a niveles más altos que los de sus principales competidores globales.
Precios en descenso tras un fuerte repunte de la producción en 2024/2025
Después de dos campañas marcadas por una producción históricamente baja, el mercado del aceite de oliva de la UE ha experimentado una recuperación significativa. La producción en 2024/2025 alcanzó los 2,1 millones de toneladas, lo que representa un incremento interanual del 37%, superando en un 15% la media quinquenal. El mayor repunte se registró en España, con una producción estimada de 1,4 millones de toneladas (+66%), seguida de Grecia (+43%) y Portugal (+10%). Italia, por el contrario, sufrió una caída del 25% por una mala campaña.
Este aumento de la oferta provocó una caída drástica de precios, desde un pico de 903 EUR/100 kg en enero de 2024 (aceite virgen extra en España) hasta 350 EUR/100 kg en junio de 2025, situándose incluso por debajo de la media de cinco años.
Exportaciones al alza, recuperación del consumo y existencias saludables
La mejora en disponibilidad y competitividad ha impulsado las exportaciones, que se estima crecerán un 25% interanual, alcanzando 0,76 millones de toneladas, con aumentos notables hacia EE.UU., Canadá, Australia y China. Las importaciones también crecerían un 15% hasta 0,24 millones de toneladas, principalmente para compensar el descenso en la producción italiana. Túnez se perfila como el principal proveedor extra-UE.
Tras años de contracción, el consumo interno de aceite de oliva en la UE muestra signos de recuperación, con una previsión de retorno al promedio quinquenal de 1,4 millones de toneladas. Las existencias finales de la campaña 2024/2025 se estiman en torno a 0,45 millones de toneladas, un nivel considerado saludable.
Riesgos para 2025/2026
Aunque las previsiones iniciales para la campaña 2025/2026 eran positivas, el clima cálido persistente en España y Portugal podría comprometer la próxima cosecha. Estos riesgos refuerzan la necesidad de una planificación estratégica sostenida, tanto en el ámbito de la producción como en el comercial.