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El olivo en la Comarca de la Sierra de Cazorla entra en su fase de letargo estival, un periodo fisiológico caracterizado por la parada vegetativa debido a las altas temperaturas y la falta de disponibilidad hídrica. A medida que el fruto cuajado se estabiliza, se confirma la intensidad de la caída fisiológica de San Juan, fenómeno que se produce cuando el árbol elimina parte del fruto por falta de recursos para sostener todo el cuajado.
Este proceso ha sido especialmente notable este año, afectado por una pluviometría deficitaria durante cuatro campañas consecutivas, lo que condiciona el desarrollo del olivar y la evolución de la cosecha 2024/2025.
Fase fenológica: cierre del cuajado y entrada en parada vegetativa
La primera fase del ciclo productivo del olivo —cuajado del fruto— se da por completada a mediados de julio. Es en este punto cuando los técnicos de campo de la DOP Aceite Sierra de Cazorla realizan los muestreos en estaciones de control para estimar la cosecha. El parámetro de referencia es el número de frutos por brote tras el endurecimiento del hueso, lo que permite hacer una predicción inicial con cierta fiabilidad.
Durante los meses de julio y agosto, la planta reducirá su actividad vegetativa al mínimo, cerrando estomas para evitar la pérdida de agua y ralentizando todos sus procesos metabólicos. Este letargo estival es una estrategia de supervivencia del olivo ante el estrés térmico y la escasez de humedad.
Alta incidencia de prays en la tercera generación
La tercera generación del Prays oleae ha tenido una incidencia significativa este año en la comarca. Se ha registrado hasta un 50 % de frutos afectados por puestas viables en determinadas áreas, lo que supone una amenaza real para la producción.
La plaga actúa de forma endófita: tras la eclosión, la larva se introduce en el fruto alimentándose del hueso en formación y provocando su caída prematura, conocida como “caída de San Miguel”. A pesar del alto nivel de afección, se matiza que las altas temperaturas podrían limitar el desarrollo larvario, ya que el prays es sensible al calor y su viabilidad disminuye por encima de ciertos umbrales térmicos.
El umbral de intervención recomendado por el Consejo Regulador se sitúa en un 20 % de fruto afectado. En esos casos, se recomienda aplicar tratamientos fitosanitarios durante el mes de junio, antes de la parada vegetativa, para lograr efectividad dentro del fruto.
Muda de hoja: un proceso fisiológico normal del olivo en verano
Durante las últimas semanas se ha observado una muda foliar significativa, especialmente en árboles con hoja envejecida. Esta renovación parcial es fisiológica y no debe confundirse con una patología. La intensidad del proceso varía según el grado de renovación foliar y el estado hídrico del árbol, siendo más visible en años de sequía como el actual.
Tratamientos foliares: limitaciones durante la parada vegetativa
Muchos agricultores se preguntan si conviene aplicar fertilización foliar en este periodo. La respuesta técnica es clara: la absorción por vía foliar es muy limitada cuando el olivo entra en letargo. La planta cierra sus estomas para conservar humedad, lo que dificulta la entrada de nutrientes aplicados sobre la hoja.
Por tanto, los tratamientos nutricionales foliares deben retomarse a partir de finales de agosto, cuando el árbol se reactive fisiológicamente con el descenso térmico y reabra sus mecanismos de absorción.