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El suelo agrícola desempeña un papel clave en la regulación térmica del entorno y, por tanto, en la resiliencia de los cultivos frente al cambio climático. Un equipo de la Universidad de Granada (UGR), en colaboración con la Universidad de Wasit (Irak), ha identificado prácticas de manejo que mejoran la conductividad térmica del suelo, reducen el consumo de agua y aumentan la sostenibilidad de los sistemas agrícolas.
Suelo como regulador térmico: un recurso infrautilizado
La investigación, liderada por Andrés Caballero Calvo y Jesús Fernández Gálvez del Departamento de Análisis Geográfico Regional y Geografía Física de la UGR, se centra en cómo prácticas como la labranza conservacionista, la aplicación de materia orgánica, el riego localizado y la rotación de cultivos pueden influir en una propiedad crítica pero poco considerada: la capacidad del suelo para regular la temperatura y conducir el calor.
Esta capacidad térmica impacta directamente en la actividad microbiana, el crecimiento radicular, la retención de agua y la disponibilidad de nutrientes esenciales, elementos clave para la productividad agrícola.
Prácticas que optimizan el uso del agua y reducen el estrés térmico
El trabajo demuestra que técnicas como la siembra directa y la labranza mínima ayudan a mantener la humedad y reducir las oscilaciones térmicas del suelo. Asimismo, el riego localizado estabiliza el contenido hídrico, lo que protege las raíces de cambios bruscos de temperatura.
“Un suelo bien gestionado mejora la eficiencia hídrica y prepara a los cultivos para resistir eventos extremos, contribuyendo a una agricultura más resiliente y productiva”, destacan Caballero y Fernández.
Tecnología y modelización para una agricultura de precisión climáticamente adaptada
El estudio también subraya el potencial de herramientas como la agricultura de precisión, los sensores en tiempo real y la modelización geoespacial para ajustar las prácticas de manejo en función de condiciones climáticas variables y tipos de suelo específicos.
Revisión científica y modelización espacial
La investigación combina el análisis de más de 140 publicaciones científicas con técnicas avanzadas de modelización espacial. Este enfoque ha permitido identificar prácticas replicables y adaptables, así como proponer líneas futuras de investigación en zonas con escaso conocimiento edafológico.
El trabajo se alinea con los objetivos de la Misión “Un suelo sano para Europa”, iniciativa de la UE que busca restaurar el 75 % de los suelos degradados del continente antes de 2030.
“Esta publicación forma parte del esfuerzo internacional por desarrollar una agricultura inteligente, que no comprometa la salud del suelo ni la seguridad alimentaria futura”, concluyen los autores.