Revista
Un equipo de la Universidad de Granada (UGR), en colaboración con la Universidad de Wasit (Irak), ha identificado prácticas de manejo que mejoran la conductividad térmica del suelo, reducen el consumo de agua y aumentan la sostenibilidad de los sistemas agrícolas.Suelo como regulador térmico: un recurso infrautilizadoLa investigación, liderada por Andrés Caballero Calvo y Jesús Fernández Gálvez del Departamento de Análisis Geográfico Regional y Geografía Física de la UGR, se centra en cómo prácticas como la labranza conservacionista, la aplicación de materia orgánica, el riego localizado y la rotación de cultivos pueden influir en una propiedad crítica pero poco considerada: la capacidad del suelo para regular la temperatura y conducir el calor.Esta capacidad térmica impacta directamente en la actividad microbiana, el crecimiento radicular, la retención de agua y la disponibilidad de nutrientes esenciales, elementos clave para la productividad agrícola.Prácticas que optimizan el uso del agua y reducen el estrés térmicoEl trabajo demuestra que técnicas como la siembra directa y la labranza mínima ayudan a mantener la humedad y reducir las oscilaciones térmicas del suelo.