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En las colinas del sur de España, los olivares milenarios no solo representan un legado agrícola y cultural profundamente arraigado. Hoy, esos mismos árboles se están transformando en aliados clave en la lucha contra el cambio climático gracias a la Agricultura Ecológica Climática (AEC). Este enfoque integra prácticas tradicionales con técnicas regenerativas innovadoras, ofreciendo una vía concreta para mitigar el impacto ambiental del sector agroalimentario.
El proyecto europeo Organic Climate NET ha publicado recientemente un artículo en el que destaca esta transformación, con la participación activa de Ecovalia. Bajo el título “Organic Climate Farming: Rooted in Tradition, Growing for the Future”, el texto reflexiona sobre cómo la agricultura ecológica puede convertirse en una herramienta eficaz para alcanzar objetivos de sostenibilidad, al tiempo que refuerza la resiliencia agrícola y promueve la salud del planeta.
El olivar como sumidero
La Agricultura Ecológica Climática no se limita a eliminar productos químicos de síntesis. Supone un replanteamiento integral del papel de la agricultura ante los desafíos ambientales actuales. En el caso concreto del olivar ecológico, implica la incorporación de prácticas regenerativas que contribuyen a restaurar los suelos, capturar carbono y reforzar la biodiversidad.
Entre las técnicas más representativas se encuentran el uso de cubiertas vegetales entre las hileras de olivos, la labranza mínima y la aplicación de compost orgánico. Estas acciones, además de mejorar la fertilidad del suelo y su estructura física, contribuyen a secuestrar carbono atmosférico, convirtiendo al olivar en un auténtico sumidero natural. Este enfoque no solo incrementa la productividad a largo plazo, sino que también mejora la capacidad de los cultivos para soportar condiciones extremas como las sequías prolongadas y las olas de calor, cada vez más frecuentes en el sur de Europa.
La salud del suelo como eje de resiliencia
El eje de esta transformación está en la salud del suelo. Un suelo bien estructurado, rico en materia orgánica y con una microbiota activa ofrece beneficios que van más allá del cultivo. Mejora la retención de agua, reduce la erosión y favorece un entorno más resiliente. A ello se suma la conservación de la flora nativa entre los árboles, así como la exclusión del uso de pesticidas químicos, lo que potencia el hábitat de polinizadores y fauna auxiliar beneficiosa. Esto genera un ecosistema equilibrado, capaz de sostenerse con menos insumos externos y mayor estabilidad ecológica.
Una red europea para una agricultura resiliente
España, como líder europeo en producción de aceite de oliva ecológico, desempeña un papel fundamental en esta transición hacia una agricultura más resiliente. A través de su implicación en iniciativas como OrganicClimateNET, se impulsa la capacitación de productores, el intercambio de conocimiento técnico y la creación de redes entre agricultores de distintas regiones. Este enfoque colaborativo permite acelerar la adopción de prácticas climáticamente inteligentes y fortalece el tejido productivo del olivar ecológico.
Cada olivo cultivado bajo este modelo no representa únicamente un alimento de alta calidad, sino una solución climática tangible. La Agricultura Ecológica Climática es, en definitiva, una estrategia de futuro: no una tendencia pasajera, sino un compromiso firme con la sostenibilidad, la innovación agraria y la conservación del patrimonio rural.