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El Olive Oil World Congress (OOWC) ha anunciado el proyecto ganador de su concurso internacional “Beyond Olive Oil”, una iniciativa pionera que premia aplicaciones innovadoras del aceite de oliva virgen extra (AOVE) más allá de su uso gastronómico. El galardón ha recaído en OLIGUM, un chicle funcional y antienvejecimiento que incorpora AOVE microencapsulado como ingrediente activo principal.
Ideado por Mónica Di María, investigadora de doctorado en la Universidad de Palermo (Italia), OLIGUM destaca como una propuesta disruptiva en el ámbito de los productos funcionales y la cosmética comestible. Bajo el lema “Chew Your Beauty”, este desarrollo introduce una nueva categoría de productos masticables orientados al bienestar integral, combinando ciencia alimentaria, tradición mediterránea y sostenibilidad.
Una fórmula natural, saludable y sostenible
La clave de OLIGUM reside en su sistema avanzado de microencapsulación de polifenoles, compuestos antioxidantes presentes en el AOVE, que se liberan de forma controlada durante la masticación. Esta tecnología no solo favorece su absorción, sino que potencia efectos antienvejecimiento y antiinflamatorios, convirtiendo al chicle en un formato funcional de fácil consumo.
A la base de AOVE se suman otros ingredientes naturales con beneficios añadidos:
El envase también responde a una lógica sostenible: aluminio reutilizable, ligero y diseñado para preservar tanto la frescura como la estabilidad de los compuestos activos.
Un nuevo paradigma para el AOVE fuera de la cocina
El certamen “Beyond Olive Oil”, enmarcado dentro de las actividades previas al OOWC que se celebrará en Lisboa en 2026, busca fomentar el desarrollo de productos que extiendan el valor del AOVE a campos como la salud, la cosmética o la tecnología. En esta edición, participaron propuestas de diversos países, pero OLIGUM sobresalió por su viabilidad comercial, innovación tecnológica y potencial impacto en salud pública.
“OLIGUM representa exactamente el espíritu de esta convocatoria”, señaló Ricardo Migueláñez, coordinador general del OOWC. “Es un ejemplo de cómo un ingrediente milenario puede adquirir nuevos significados y aplicaciones en la vida cotidiana, desde un formato moderno, saludable y ecológico”.
El jurado subrayó especialmente su capacidad de convertir un producto cotidiano como el chicle en una herramienta de promoción de hábitos saludables, con un impacto ambiental significativamente menor respecto al chicle convencional, fabricado con bases plásticas no biodegradables.