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La situación actual del precio del aceite de oliva virgen extra (AOVE) no solo refleja una crisis de mercado: es, a mi juicio, la antesala de una crisis de identidad. Lo que durante décadas hemos promovido como un alimento saludable, esencial en la dieta mediterránea y de alto valor añadido, hoy corre el riesgo de banalizar hasta convertirse en un simple producto de reclamo en los lineales de los supermercados.
Y lo más preocupante es que esta erosión de valor no está siendo impulsada desde fuera, sino desde dentro: españoles e italianos somos en buena medida responsables de esta tendencia autodestructiva.
El juego peligroso de los precios bajos
Actualmente, las cotizaciones del AOVE español están cayendo en picado. Se habla de precios de 3,75 euros/kg, e incluso ofertas en torno a los 3,80 euros/kg. Pero ¿de qué tipo de aceite estamos hablando realmente?
Basta con analizar algunas de estas partidas para constatar que, aunque legalmente pueden clasificarse como virgen extra, en la práctica son aceites fronterizos, con parámetros muy ajustados y, en muchos casos, con niveles de ésteres etílicos que bordean el límite regulado. A esto se suman alrededor de 200.000 toneladas de aceite virgen desodorizado listas para cruzar la frontera hacia Italia.
El objetivo es claro: llenar los lineales de las grandes superficies con productos que puedan promocionarse como AOVE a precios de derribo (3,99-4,49 euros/l), aprovechando el vacío legal y la falta de formación del consumidor medio.
¿Aceite virgen o virgen extra?
Las refinerías españolas están preparadas para liberar al mercado entre 300.000 y 400.000 toneladas de producto, entre desodorizado y virgen “limítrofe”, destinadas principalmente a Italia. Y aunque estos aceites deberían comercializarse como “virgen”, acaban en muchas ocasiones etiquetados como virgen extra.
Se trata de una maniobra que pervierte la categoría, confunde al consumidor y perjudica gravemente al productor honesto. Porque lo cierto es que un buen AOVE en origen no puede bajarse de los 5-5,50 euros/kg, y un virgen extra comercial con un mínimo de calidad ronda los 4,50-5 euros/kg. Son precios realistas, incluso moderados, si consideramos que el coste medio de producción este año en España ha sido de 4,60-4,70 euros/kg.
De los 10 €/kg a los 3,80 €/kg: el péndulo de la incoherencia
Hace poco más de un año, muchos denunciábamos como insostenible que el AOVE alcanzará los 10 euros/kg. Pero lo es aún más que hoy se esté liquidando a 3,80 euros/kg o incluso regalando, en promociones que lo convierten en un “chollo” más de supermercado.
Con este tipo de operaciones, se destruye en cuestión de días el trabajo de años de productores, asociaciones, instituciones y comunicadores que han apostado por educar al consumidor sobre las propiedades organolépticas, la trazabilidad y el valor nutricional del auténtico AOVE.
¿Hacia un modelo de negocio insostenible?
El sector del aceite de oliva, y en especial el del virgen extra, necesita un cambio profundo. No basta con producir: hay que saber posicionar, comunicar y defender el valor del producto. Los descuentos agresivos pueden vaciar almacenes a corto plazo, pero vacían también el sentido del producto a medio y largo plazo.
El AOVE no puede ni debe competir como un “commodity” barato. Su lugar está en la cultura gastronómica, en la salud, en el sabor. Si renunciamos a eso, no solo perderemos márgenes: perderemos identidad.