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Según las estimaciones de producción elaboradas por ISMEA en colaboración con Italia Olivicola y Unaprol indican una caída de más de 120 mil toneladas de aceite de oliva italiano en la campaña 2022/2023, aproximadmente un descenso del 37 % que, de confirmarse, podría hacer retroceder a Italia del segundo al tercer puesto entre los principales productores mundiales. En base a la última encuesta realizada a principios de noviembre que sitúa la producción de la campaña 2022/23 en 208 mil toneladas.
Las expectativas sobre la disponibilidad mundial también son pesimistas, con previsiones de una caída de la producción ibérica de entre el -30% y el -50%. Entre los principales países productores, se estima que solo Grecia puede superar los niveles del año pasado, alcanzando más de 300.000 toneladas, mientras que fuera de las fronteras de la UE también es probable que Túnez experimente un año de descarga, con una reducción de alrededor del 25%.
Los problemas climáticos han influido en la producción italiana, en primer lugar la larga sequía y las altas temperaturas estivales, que dificultan el desarrollo vegetativo de los olivares, pero también el hecho de que en muchas zonas con mayor vocación olivarera, la recolección tan pronto como había comenzado ya debía considerarse alta siguiendo el calendario natural de alternancia. En general, sin embargo, la larga sequía ha impedido la proliferación de ataques y esto ha permitido que muchas zonas del país obtengan niveles de calidad superiores a los normales.