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Un precio tan elevado obliga a los consumidores a buscar otras alternativas, que existen: además del aceite de girasol, hay otras grasas para cocinar, pero claro, no tienen la misma calidad que el aceite de oliva. Pero también puede impulsar a otros a comprar aceite barato, en oferta, sin garantías sanitarias, o bien aceites fraudulentos, como en los últimos meses se ha tenido conocimiento de varias noticias de este tipo, sobre la venta de aceite ilegal, en mercadillos o en otras vías de distribución paralelas.Ante esta situación desde OCU se pide al Ministerio de Agricultura que aumente el control de la cadena de producción del aceite de oliva, el objetivo de ese control es evitar los abusos y prevenir cualquier especulación que tan negativos efectos tiene tanto para los consumidores, como para los agricultores.
El estudio se base sólo en criterios sensoriales
No afecta a la salud pero sí supone un engaño económico para el consumidor