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“Cuando los consumidores están más informados, sus actitudes hacia la categoría virgen extra mejoran, así como su consumo”, así concluye un estudio incluido en el informe de coyuntura Loyola Economic Outlook, realizado por la Universidad Loyola Andalucía y presentado ayer, 20 de junio, en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), en Sevilla, del que se desprende que una deficiente información por parte del consumidor sobre las ventajas del aceite de oliva virgen extra frente a otras gamas de menor calidad le induce a creencias negativas sobre sus virtudes y a su vez le lleva a depreciar su valor.
Este estudio se ha llevado a cabo en base a entrevistas realizadas a 680 compradores habituales de Andalucía, de los que la mayoría no supo identificar correctamente los aspectos de mayor calidad del AOVE e incluso una buena parte de los encuestados lo asoció a creencias negativas, como que este tipo de aceite es de la misma calidad que el convencional o que no es bueno para freír porque se estropea antes. Un 83% de los entrevistados desconoce que el aceite de oliva convencional sufre un proceso físico-químico de transformación y otro 32,7% cree que el refinado sirve para suavizar el sabor del virgen extra.
Según este estudio, "un menor conocimiento acentúa tanto estas creencias negativas como la percepción de que el aceite de oliva virgen extra es caro dentro de la cesta de la compra habitual, lo que disminuye el consumo de dicha categoría". Asimismo, este trabajo evidencia que la deficiente información del consumidor hace que éste identifique que el aceite virgen extra aporta los mismos efectos para la salud que el de oliva convencional o que ambas categorías son de igual calidad, excepto por el sabor.
"Un menor conocimiento también condiciona de forma significativa conceder un mayor valor de marca a marcas líderes tradicionales de la categoría de aceite de oliva; es decir, a menor conocimiento, mayor valor se le concede a los aceites refinados de dichas marcas líderes, en detrimento de la categoría virgen extra", sostiene este estudio.
Los autores de este estudio advierten de que el consumo de aceite de oliva ha caído un 7% entre 2010 y 2014 y destacan que de las 430 toneladas de media que se consumen en España, el 60% corresponden a la categoría de aceite de oliva y el 40% se lo reparten las gamas de aceite de oliva virgen y virgen extra.
El trabajo también recuerda la trascendencia de una pérdida del valor añadido del aceite de oliva en el caso de Andalucía, porque esta comunidad autónoma acumula el 60% de la superficie olivarera de España, produce el 83% del aceite de oliva español y absorbe el 30% del empleo agrario andaluz.